Los pantanos están casi a tres cuartas partes de su capacidad. El deshielo continúa y eso asegura que seguirán nutriéndose de agua en lo que queda de verano. El fantasma de las restricciones se marchó hace tiempo, los regadíos tienen cubiertas sus necesidades y ya no se capta agua de pozos en Granada para el consumo humano. ¿Se puede pedir más?
Pues sí. Otra de las ventajas de tener agua en abundancia es que se aumenta la capacidad de producir energía. Como se sabe, los saltos de agua son uno de los primeros métodos naturales y ecológicos que se utilizaron para generar electricidad, una alternativa a los combustibles fósiles que llegó mucho antes que los aerogeneradores o las placas solares.
La primera unidad de producción hidráulica de Granada entró en funcionamiento nada menos que en 1924, en Dúrcal, y fue en las décadas de los cincuenta y los sesenta cuando proliferaron: se abrieron seis en la provincia. Eran los tiempos en los que al régimen franquista le dio por inaugurar pantanos por doquier, lo que provocó no pocos chistes… dichos en voz baja, no fuera a ser que se enterara.
En Granada existen once unidades de producción controladas por Endesa, de las cuales una es un embalse y las otras diez, fluyentes de ríos. Y la energía que producen todas ellas no es nada desdeñable: 157.300,79 megavatios al año, según datos aportados por la empresa de electricidad.
Las más generosas están en el valle del Poqueira. La de Pampaneira capta agua del río Poqueira, funciona desde 1957 y produce la friolera de 31.203,88 megavatios cada año, una cifra que supera por muy poco la central de Duque, en el mismo río (31.603,25).
También en ese mismo río se sitúa la unidad de Poqueira, que alcanza los 12.736 megavatios.
En otros puntos de la provincia destacan la central de Ízbor, junto al río del mismo nombre, que produce 21.701,64, o la del pantano de Canales, que embalsa agua del Genil y crea 12.033,55.
Las otras centrales y sus cifras son las de Cázulas, en el río Chíllar (2.472,95), Dílar (11.113,02), Dúrcal (11.569,15), Nacimiento, en el Castril (2.806,33), Negratín (9.332,14) y Nuevo Castillo (10.728,77).
Además de todas las mencionadas, hay otra central operando en Granada. Está en Los Bermejales, pero es de propiedad privada y no han trascendido los datos sobre su producción de megavatios. Igualmente, Endesa no contabiliza los resultados, en todo caso no muy significativos, de tres pequeñas centrales en Monachil, Güéjar Sierra y Nigüelas.
Aun sin contabilizar éstas, la cifra total -recuérdese, 157.300,79- es impresionante y supera con mucho la producción de otras provincias andaluzas. Casi multiplica por diez la de Sevilla, que genera 19.300 en las centrales de los embalses de Aracena, Zufre y La Minilla.
Al producir energía de manera natural, y ese es otro efecto muy beneficioso de las centrales, aminoran la excesiva dependencia de los combustibles fósiles y sus consecuencias. El dato, en ese sentido, es elocuente: con esos 157.300 megavatios de energía se evita que se emitan al aire 70.907 toneladas de dióxido de carbono.
¿Cuánto es eso? Valga este ejemplo para explicarlo: de acuerdo con los datos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía, dependiente del Ministerio de Industria, un coche de gasolina consume como media 2,3 kilos de CO2 por cada litro de gasolina que consume. O sea, 2,3 toneladas cada mil litros. Por tanto, las 70.907 toneladas antes mencionadas equivalen a 30.829 litros. No es moco de pavo.
Entrada original en CEDEX.