Los hornazos son elaborados en las tahonas con harina de trigo, levadura, sal y uno o dos huevos duros de gallinas ponedoras en el centro
En Dúrcal se celebra desde hace siglos la ‘Fiesta de la Pascua de los Hornazos’ el Domingo de Resurrección y el Lunes de Pascua. En esta fiesta se consumen en cortijos y en pleno campo miles de panecillos de pan de aceite con uno o varios huevos duros de gallinas ponedoras clavados en el centro. También, existe la costumbre en este municipio de la comarca granadina del Valle de Lecrín, de romper a media tarde los huevos duros en las cabezas de las personas más despistadas que se encuentren más a mano para desearle salud, dinero y amor. Este año, debido a la crisis sanitaria ocasionada por el coronavirus, los hornazos elaborados en las tahonas, serán consumidos en las moradas de los durqueños.
Casi todos los vecinos de Dúrcal son expertos en explotar los huevos de los hornazos disimuladamente y con mucho tino en las ‘cocorotas’ de sus amigos y familiares. Hasta el pasado año todos se lo pasaban a lo grande en el campo consumiendo gran cantidad de viandas, jugando a las cartas, andando un poco por los alrededores y explotando huevos a diestro y siniestro para no perder la costumbre.
De esta guisa los vecinos de Dúrcal vienen celebrando la tradicional ‘Fiesta de la Pascua de los Hornazos’. Hasta hace unas décadas el primer día festivo se celebraba en los campos de la barriada de Marchena. Unos iban andando, otros en caballerías y vehículos y otros en el tranvía. Mucha gente de Cozvíjar y Padul, principalmente, se sumaba a esta fiesta.
En zonas como ‘Los Inatraes’, ‘El Trance Alto’ o el ‘Huertezuelo’, grupos de jóvenes y mayores, entre bromas, chistes, risas, canciones y mucha diversión, comenzaban a degustar suculentos platos de choto al ajillo, chuletas de cerdo o cordero a la brasa, ensalada de pimientos, tomate y lechuga, remojón de naranja… Eso sí, todo regado con mosto de doña Concha ‘la Farmacéutica’, Gregorio Ortiz y otros bodegueros y pisadores de uva.
Además, era costumbre consumir gaseosa elaborada junto al Puente de Isabel II de Dúrcal por Manuel y su hermano Antonio Ferrer. También se consumía cerveza y vino dulce de Málaga adquirido en ‘La Bodega’ y en las tiendas de ‘Los Tizones’, Rosario, Ana, María… Después, era y sigue siendo costumbre, jugar a las cartas como entretenimiento nada más. Desde hace unos lustros la gente suele ir a celebrar los dos días festivos, principalmente, a la vera del río de Dúrcal y alrededores.
En esta fiesta cuando llega la tarde se empiezan las tripas de salchichón y chorizo para, y acto seguido, degustar el célebre hornazo elaborado con harina de trigo, levadura, sal y uno o dos huevos duros clavados en el centro. Antiguamente los hornazos se elaboraban en las tahonas de Virtudes, Dolores, María Luisa, Pescado, Carlos… También, era y sigue siendo tradicional, consumir uvas pasas de la zona de Málaga, naranjas, plátanos, chocolate en porciones y bollos de pan de aceite pero sin huevo dentro.
El Lunes de Pascua, la fiesta continuaba y sigue continuando ahora pero en otro lugar, junto al río Dúrcal, salpicado de álamos, choperas, frutales, nacimientos, arroyos y bancales. Unas personas realizaban las comilonas campestres en la zona de Márgena, otras en cambio en los alrededores de la ‘Cuesta de la Fidea’, la ‘Poza de Pipa’ el pastor, la ‘Boca de las Presas’, ‘Las Cuevas’, ‘El Barranco de los Lobos’ o ‘Las Arenillas’. Al siguiente día, aunque ya no era fiesta local, los niños y niñas, principalmente, solían acudir en pandillas o en grupos con su merendica hornacera a las heras de ‘Balina’, ‘La Graja del Darrón’ y ‘Almócita’.
Y si llovía en esos días la fiesta se celebraba pero en las casas, algunas provistas de mecedores para grandes y pequeños. Una de las casas que agrupaba más niños si hacía mal tiempo era la posada de María Pérez, nacida en el municipio alpujarreño de La Taha de Pitres, y en la morada de Dolores y Serrano. Después, era costumbre ir al cine de Dúrcal (el Lecrín Cinema) de la familia Ferrer, y comprar algún dulce o golosina en las pastelerías de Pura y ‘La Churra’. Rosa ‘La Rorra’ vendía en la plaza golosinas acunadas en su cesta de mimbre, junto a las carteleras del cine. La silla de ‘La Rorra’ la realizó Ramón Vílchez ‘El Sillero’). En aquellos tiempos Salcedo con su cesta y artilugio de madera para poder aposentarla, vendía en el cine y bares, principalmente, cartuchos de manís y garbanzos.
Una vecina de Dúrcal, Concha Melguizo, recordaba hace unos años que cuando era mozuela «existía una tradición en Dúrcal que casi ha desaparecido en la que los mozos manifestaban sus sentimientos hacia su amada o amiga colgándoles ramitas, y a veces grandes ramas, en su ventanas o balcones. Si le ponían azahar a una moza indicaba que se quería casar el mozuelo; si era de cerezo, que le quería dar un beso; si era de laurel, que la quería ver; si era de olivo, significaba que te olvido; si era de sarmiento, que me arrepiento; y si era de higuera, que se iba a quedar soltera. Los padres de las jóvenes se lo tomaban con buen humor y cuando escuchaban las serenatas que les dedicaban a sus hijas los invitaban a tomar dulces y licores. También, si alguna madre cuando se levantaba temprano veía en la puerta o ventana de su casa una rama de olivo, sarmiento o higuera la hacía desaparecer para que su hija no sufriera cuando saliera a la calle», rememoraba.
Enclavada en la vertiente suroccidental de Sierra Nevada, junto al río de su nombre y un ramillete de puentes, entre ellos, uno romano y el ‘Puente de Lata’, que es de hierro y sirvió en otros tiempos para que transitara el tranvía Dúrcal-Granada, se encuentra Dúrcal, a 782 metros de altitud sobre el nivel del mar. Dúrcal posee un milenario manantial de aguas termales en el paraje de ‘Los Baños de Urquízas’, a unos tres kilómetros de la población, junto al río Dúrcal y muy cerca del término municipal del pueblo de Cónchar.
Noticia original en Ideal.