Cementerio de Dúrcal


El Cementerio de Dúrcal, al igual que el de muchos otros pueblos de España, se encuentra situado a las afueras de la localidad, aunque no era ese su lugar inicial.

En la actualidad el cementerio se encuentra a las afueras de la localidad, en la Carretera del Cementerio.

En un inicio, el cementerio estaba situado tras la Iglesia Parroquial de la Inmaculada, justo en el centro de Dúrcal. Así lo indican artículos que informan que ya en junio de 1885 el cementerio estaba en plena capacidad, y en septiembre de ese mismo año se informaba que su única entrada era a través de la Iglesia y que debía construir uno al menos a 1 kilómetro del mismo. Un año después, en octubre de 1886, se solicita que venga un arquitecto a revisar la nueva ubicación y presupuestarlo.

Un caso inaudito.

Vergüenza causa manifestar que en las postrimerías del siglo XIX no haya cementerio en el importante pueblo de Dúrcal que cuenta 800 vecinos y tan próximo a Granada con la que comunica por una fácil y anchurosa carretera.

El que hoy tiene no merece tal nombre y sí más bien el de pudridero, careciendo de todas las condiciones que la higiene exige para los sagrados sitios donde se da tierra a los restos humanos. Hállase enclavado en lo más céntrico del pueblo, unido a la iglesia como todos los antiguos y con una superficie de 400 metros cuadrados, cuando debiera tener 810, dado que las defunciones ascienden anualmente a 80, según los datos del Registro civil y la base de proporción que establece la ley.

Es verdaderamente un problema de difícil solución inhumar un cadáver en el referido cementerio; no hace mucho tiempo escogiendo para ello el sitio que creían más descansado al inhumar uno de aquellos tropezó la pala del azadón con los restos íntegros de otro, antes que el operario se diese cuenta saliendo al exterior los restos.

El espesamiento de cadáveres no deja espacio para su fácil descomposición y la tierra se halla de tal modo impregnada que las emanaciones amenazan con grave riesgo de la salud pública, especialmente, en el verano cuando el sol caldea, aquella superficie, aumentando este peligro la proximidad del cementerio a la plaza del mercado, a donde llegan los mefíticos olores.

¿Qué ocurriría si por desgracia fuese invadido el el pueblo por una epidemia? En el año de 1888 por orden del señor Gobernador de la provincia, se incoó un expediente por la alcaldía de Dúrcal para proceder con toda premura a la construcción de un cementerio, por no estar el que había en condiciones legales, cuyo expediente dormido con ese sueño reposado y seráfico que tienen de ordinario los asuntos administrativos en nuestra patria se revivió con inusitado brío en septiembre del año tristemente célebre de 1885, cuando el cólera, diezmaba sin piedad a esta provincia apagando la vida de muchos y, sembrando el espanto en todos. En este mismo mes y día 6 tuvo lugar en la sala del cabildo una sesión extraordinaria, presidida por los diputados provinciales comisionados para repartir socorros D. José García Moreno y D. José Gómez Tortosa y asesorada por el médico de beneficencia provincial y por el titular de Dúrcal, en cuya sesión se acordó, que el señor alcalde señalase provisionalmente y con arreglo al expediente antiguo, un terreno para cementerio, pues el que había, falto de condiciones legales e higiénicas, podía favorecer cualquier clase de epidemia y era una amenaza constante a la salud pública. El día 11 del mismo mes se indemnizó con tal objeto el pedazo de terreno, oportunamente expropiado y que tiene como 26 áreas de superficie; dista más de dos mil metros del pueblo, carretera y caminos vecinales: es de conformación calcárea elevado, opuesto a los vientos reinantes en la población, alejado de manantiales y arroyos o ríos que puedan salir de madre y últimamente con vías fáciles para la conducción de cadáveres. pero como está despobado y no se construyó cerca ninguna, el día que de dijo de variar el domicilio a los muertos, hubo un verdadero motín en Dúrcal, y las cosas se volvieron a quedar en el mismo detestable estado, en el cuál continúan en esta fecha, siendo ese terreno, hoy yermo y sin destino, un padrón de ignominia para todos los ayuntamientos que se han sucedido en el poder y que por su incurria o por su torpeza, o por su falta de amor al pueblo, no han hecho nada por tapiarlo y ponerlo en condiciones de guardar los sagrados restos humanos y es también una prueba impagable de su punible e indiscutible abandono.

Es de esperar que dados estos antecedentes y con la perentoriedad que el asunto exige, el ayuntamiento activará el expediente para la construcción de un cementerio que reúna las condiciones que exige la higiene.

28 de mayo de 1897, en El Independiente de Granada

Posteriormente se recogen quejas en mayo de 1903 por las mismas razones, incluso en septiembre 1909 el mal estado del lugar, llevó a tener que retirar cuerpos recién enterrados para poder incluir nuevos, repitiéndose igualmente en agosto de 1910.

Finalmente, el 25 de julio de 1915 se termina la construcción del nuevo cementerio (el actual), bendiciéndose el 1 de agosto de 1915 y comenzado su uso posteriormente.

El cementerio en la actualidad

El solar es cuadrangular y está cercado por una tapia blanqueada; su acceso principal cuenta con una puerta de forja.

Compuesto de tres zonas: la más antigua ocupa más de la mitad del recinto y cuenta con inhumaciones realizadas en tierra decoradas con símbolos realizados en forja, como tenían costumbre en aquella época. En la segundo zona se reparten el espacio entre agrupaciones de nichos y sepulturas más actuales, vestidas con mármol blanco dando una sensación de limpieza y pulcritud, se encuentran salpicadas de pequeños arreglos florales que le aportan color.

Como curiosidad hallamos algunos pequeños panteones de dos nichos que parecen pequeñas casitas.

Memoria histórica

En el Cementerio de Dúrcal, con código 2001/2010 GRAN del Ministerio de Justicia, se reconoce la existencia de fosas utilizadas tras los fusilamientos de muchos soldados republicanos que huían tras la caída de Málaga.

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