El médico, don Evaristo Pérez, vio desaparecer los ataques de epilepsia que sufría después de curar durante tres días al fraile capuchino en una casa de Dúrcal
Los mayores lo recuerdan con mucho cariño y respeto. En este año se cumple el 140 aniversario del nacimiento del médico Evaristo Pérez Carrillo, fallecido en Dúrcal en 1968 a los 88 años de edad. Esta excelente persona vio desaparecer los ataques de epilepsia que sufría después de curar a Fray Leopoldo. Un día, estando el facultativo solo en su casa, se acordó del hermano capuchino y le suplicó que lo sanara, y desde aquel momento no sufrió más ataques.
Evaristo, hijo de José y Margarita, nació en Nigüelas. A los 8 años de edad, ya fallecida su madre, se trasladó a Dúrcal con su padre y sus dos hermanos menores. Estudió Bachillerato interno en el Colegio de los Escolapios de Granada. En 1898 ingresó en la Facultad de Medicina y realizó prácticas en el Hospital de San Juan de Dios.
El día 18 de septiembre de 1903 fue nombrado médico titular de Dúrcal. Don Evaristo iba a ver a los pacientes de otros pueblos montado en un caballo. Fue un ser muy bueno y generoso con la gente. Ejerció su profesión durante 60 años. Le encantaban los libros. A mediados de los años cincuenta del pasado siglo le pusieron su nombre a una calle de Dúrcal. Don Evaristo es tío abuelo del ilustre médico graduado en Patología Respiratoria, Oncología y Hematología, Francisco J. Pérez Blanco, homenajeado hace unos años en Dúrcal por la Asociación Cultural Almósita.
En los tiempos de don Evaristo ‘El Médico’, Fray Leopoldo de Alpandeire (beatificado en Armilla el 12 de septiembre de 2010) solía acercarse a Dúrcal a pedir limosna, frecuentando también la ermita de San Blas para rezar. El fraile era muy querido en este pueblo del Valle de Lecrín. El viaje lo realizaba, principalmente, en el tranvía. Un vecino le llevaba las limosnas en un burro hasta la estación del tranvía. Una mujer muy religiosa y buena, Dorotea Padial, heredó de su madre Ana el rosario que le había regalado Fray Leopoldo.
Una vez, estando Fray Leopoldo de Alpandeire en Dúrcal, visitó la mansión del marqués de Campo Hermoso para pedir limosna. Entonces, al darse cuenta el marqués de que el hermano capuchino tenía fiebre y no se encontraba bien de salud, le dijo que se quedase en su casa hasta que se curase. Pues bien, el encargado de sanarlo durante tres días fue don Evaristo. Este facultativo sufría ataques de epilepsia. Un día don Evaristo se acordó del fraile, estando todavía vivo, y dijo: «Fray Leopoldo, yo te curé y tu me tienes que curar a mí». Y Desde ese día no sufrió más ataques de epilepsia. La gente reconoció lo sucedido como un milagro.
Don Evaristo (así le llamaba todo el mundo, con el don siempre por delante) fue un ser fabuloso que se dedicó a hacer el bien a toda la gente sin distinciones. Fue un todo corazón. Hasta el comienzo de los años 30 del pasado siglo hubo un único médico en Dúrcal y lugares colindantes.
Noticia original en Ideal.