La Ermita de San Blas (Blas de Sebaste) fue edificada en el siglo XV a XVI. Su estructura externa produce una ampliación en el volumen interior. Este volumen se consigue gracias a que la forma exterior cuadrangular crea en su interior una sensación de mayor volumen interior.
Aunque es poco probable que la ermita se construyera en plena dominación musulmana, Doña Trinidad, la ermitaña, encontró una cerámica que indicaba que la ermita se terminó en 1448.
Las ermitas se construían y mantenían granias a la religiosidad popular. En ella existía una zona para que pudiera vivir la persona encargada de su mantenimiento. En muchas ocasiones, el ermitaño también era el capellán, e incluso mantenía varias ermitas en la zona. Es sabido que en 1778, el ermitaño, Manuel López, llevaba al mismo tiempo el cuidado de la Ermita de San Blas de Dúrcal y otras del Valle.
La entrada de la ermita no está frente a la que ahora sería la carretera principal, sino que da a la parte trasera, por donde antiguamente pasaba la carretera que iba de Dúrcal a Motril, el Camino Real o de Herradura (actual calle Albaicín y Veleta).
La ermita consta de sólo una nave con bóveda de medio cañón. La cúpula es de media naranja y está coronada por un lucernario. El altar mayor está presidido por una imagen policromada de San Blas. La ermita dispone también de un pequeño campanario rectangular incrustado en su fachada.
Los días 2 y 3 de febrero, los vecinos acuden hasta la ermita de San Blas, desde donde sale el paso del santo camino a la Iglesia de la Inmaculada Concepción. El retorno de la imagen a su ermita se suele hacer el 19 de marzo (San José).
En el verano de 1919 fue utilizado como hospital de campaña durante una grave epidemia de tifus que hubo en Dúrcal.
La ermita dispone de una cruz del siglo XX, semejante a la Cruz del Darrón, que según cuenta la leyenda popular, paró y desvió las aguas provenientes del Barranco Porras durante una riada, impidiendo que las aguas entraran en el pueblo.
San Blas
El 3 de febrero, fecha del patrón, se bendicen lazas para proteger a los niños de los males de garganta. Y es que San Blas es el abogado de la garganta, el patrón de los tejedores y zapateros. Este santo murió decapitado alrededor de 1.700 años.
En Dúrcal miles de lazos bendecidos de San Blas se reparten con motivo de sus fiestas patronales. La tradición consiste en guardar cada vecino un lazo rojo bendecido por el párroco y pasado por la imagen del San Blas bendito, y que, en caso de enfermedad de garganta, colocarlo en el cuello para sanar.
Antiguamente, los mayores tenían la costumbre de decir aquello de que «todos los días comemos pan y cebolla y en el día de San Blas, una buena olla». Muchos de los milagros atribuidos a San Blas están relacionados con enfermedades de garganta, desde que curó a un muchacho en trance de morir asfixiado porque se le había atravesado en la garganta una espina de pescado.